Nacimiento de Atenea
"... y es tragándose a Fanés, Metis, Primer Nacido y Primer Generador, macho y hembra, que Zeus reúne otra vez en la cavidad de su vientre, todas las cosas creadas de nuevo, el Océano y los abismos del Tártaro y todo lo que era entonces y debía ser después; todo estaba allí y se mezclaba como las aguas de los ríos en el cuerpo del dios. Un vientre lleno y cerrado en su plenitud circular, como el Huevo Primordial fabricado por Cronos en la primera generación. Es el embarazo masculino en el que se expresa la perfección del principio.
En la narración llevada a cabo por Hesíodo, y por otros acerca de las aventuras de la soberanía olímpica, la ingestión de Metis, en el momento en que ésta iba a dar a luz a Atenea, tranforma a Zeus en una parturiente y lo obliga a tener que recurrir a las Ilitias, las mujeres expertas en alumbramientos, y a hacerse asistir, además, por Hefesto, cuya doble hacha lo liberará de la divinidad "respalndeciente con sus armas", esta obra maestra de herrero modelada por Metis. Una vieja estatua de bronce deslumbrante nos muestra que Zeus da a luz, él solo, de su frente: la hija "sin madre", que preserva a su padre de la enorme angustia que le provoca el tener que ver nacer un hijo, "mas poderoso que el rayo", e impaciente por destronarlo.
El otro embarazo, ahora de su parte inferior, de su muslo, ya no es un vientre que alberga, es la musculatura fuerte, violente, guerrera, que sirve de nido donde culmina su gestación Dionisos, quien al nacer desgarra, destrozando la coraza. Es otro imponente dios, la emoción, que compensa la razón de su hermana Atenea. Ambos bastiones de la cultura occidental"
Magaly Villalobos. A puntadas: Cuaderno de Mitología Griega. 2da ed. Venezuela: Editorial Alfa, 2006. p. 61
En la narración llevada a cabo por Hesíodo, y por otros acerca de las aventuras de la soberanía olímpica, la ingestión de Metis, en el momento en que ésta iba a dar a luz a Atenea, tranforma a Zeus en una parturiente y lo obliga a tener que recurrir a las Ilitias, las mujeres expertas en alumbramientos, y a hacerse asistir, además, por Hefesto, cuya doble hacha lo liberará de la divinidad "respalndeciente con sus armas", esta obra maestra de herrero modelada por Metis. Una vieja estatua de bronce deslumbrante nos muestra que Zeus da a luz, él solo, de su frente: la hija "sin madre", que preserva a su padre de la enorme angustia que le provoca el tener que ver nacer un hijo, "mas poderoso que el rayo", e impaciente por destronarlo.
El otro embarazo, ahora de su parte inferior, de su muslo, ya no es un vientre que alberga, es la musculatura fuerte, violente, guerrera, que sirve de nido donde culmina su gestación Dionisos, quien al nacer desgarra, destrozando la coraza. Es otro imponente dios, la emoción, que compensa la razón de su hermana Atenea. Ambos bastiones de la cultura occidental"
Magaly Villalobos. A puntadas: Cuaderno de Mitología Griega. 2da ed. Venezuela: Editorial Alfa, 2006. p. 61
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